- Lunes, 26 de Abril 2021
Reconocer las habilidades de cada persona, sus diferentes visiones y orientaciones, es reconocer su humanidad.
Para afrontar nuestros desatinos y aprender de ellos, debemos de aceptar que durante el 2020 se han expuesto las distintas caras de la desigualdad, las limitaciones de las personas con incapacidad, e inclusive la discriminación hacia personas por su proveniencia venezolana o por sus orientaciones personales. Por tanto, estos crecientes casos han incrementado nuestra conciencia sobre la sutil discriminación hacia algunas minorías en nuestra sociedad. Para las empresas, en donde la transición hacia un sistema híbrido de trabajo presente y a distancia sería el siguiente paso en la evolución de relaciones laborales, esto representa una oportunidad.
Sin embargo, no es solamente una oportunidad para integrar minorías, sino también para re-aprender el respeto y la inclusión como valores organizacionales en tiempos en los que la libertad de elección es más apreciada. El primer paso para reconocer estas diferencias requiere que los equipos comprendan y aprecien las distintas identidades y roles que acompañan el camino hacia la integración. Cuando las personas no son conscientes de las distintas habilidades y características de sus colegas, no son capaces de poder conectar con ellos, lo que dificulta la humanización de la persona en su percepción. Si no somos capaces de reconocer a otra persona sin su humanidad, la desprendemos de sus virtudes y capacidades.
El mejor camino para prosperar en la integración de los equipos laborales es creando espacios psicológicamente seguros para que las personas puedan compartir sobre sus historias personales, sus características personales, o la expresión de su propia identidad plasmada en su propia forma de comunicación. Al reconocer que las personas tienen ansiedades, responsabilidades o preocupaciones en común podemos crear lazos con nuestra auto-percepción que nos permitan identificar nuestra propia humanidad en aquella de la de nuestros iguales. Pero esto no basta, pues también debemos crear oportunidades para el crecimiento y aprendizaje a través de las experiencias y complejidades que afrontan algunos miembros cuando son juzgados por algún aspecto de su identidad, mostrando los efectos negativos de estos sesgos y estereotipos.
El COVID-19 ha resaltado el deseo de interacción social y de conexiones personales que se debilitaron durante el distanciamiento social, pero frente a nosotros tenemos la oportunidad de mejorar la comunicación y comprensión de nuestras diferencias que solo hacen más rica a nuestra comunidad.
Artículo publicado en Radio Programas del Perú
Es Doctor en Administración de Empresas de la prestigiosa Maastricht School of Management en los Países Bajos. Además, obtuvo el título de Doctor en Administración Estratégica de Empresas de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Asimismo, cuenta con un Master of Philosophy de la Maastricht School of Management de Países Bajos. A nivel de posgrado, ha completado un Magíster en Administración de Empresas en la Universidad del Pacífico en Perú, y es Licenciado en Economía por la misma universidad, lo que le brinda una perspectiva amplia y sólida en términos económicos y de gestión empresarial. Además, ha participado en programas de desarrollo ejecutivo de renombre, como el Executive Development Program de la Escuela de Negocios de Wharton en Estados Unidos y el Business Leadership Program de la Fundación Getulio Vargas en Brasil. Además, ha realizado estudios de especialización en el Banco Mundial, el PNUD y Wilson Learning, Asimismo, participó en el Colloquium on Participant Centered Learning (Programa CPCL) del Harvard Business School en Estados Unidos.