- Martes, 12 de Diciembre 2023
En el escenario empresarial actual, el emprendimiento social se erige como una fuerza catalizadora para el cambio positivo. Se caracteriza por abordar desafíos sociales y ambientales con un enfoque innovador y un propósito más allá de las ganancias. Para algunos emprendedores sociales, encontrar el equilibrio entre la responsabilidad social, la protección del medio ambiente y el crecimiento económico puede ser un desafío. Sin embargo, la premisa fundamental es satisfacer las necesidades actuales sin poner en riesgo las de las generaciones futuras.
Se requiere de un alto compromiso de parte del equipo fundacional que marque la pauta en el futuro de la organización. Ellos son los responsables de generar la cultura al mismo tiempo que deben proponer los valores que guiarán las acciones de la empresa. Más allá de centrarse únicamente en los resultados económicos (¡y deben enfocarse en ellos!), el emprendimiento social busca integrar las otras dos dimensiones en el núcleo de sus actividades. Algo que en Centrum PUCP hemos denominado “impacto positivo”.
A pesar de su importancia y beneficios, este tipo de emprendimiento aún lucha por ganar terreno en algunos sectores, donde persiste la percepción errónea de que la rentabilidad y el impacto positivo son incompatibles. La dicotomía entre rentabilidad y sustentabilidad no debería ser un obstáculo en el siglo XXI. Estudios recientes – como el publicado meses atrás por la prestigiosa editorial Elvesier – demuestran que es posible combinar el crecimiento económico con prácticas socialmente responsables. Es cierto que el artículo se centró en economías avanzadas, las cuáles han generado una conciencia mucho mayor sobre estos temas. El desafío es aún mayor en países en vías de desarrollo que cuentan con menor conciencia social y ambiental. Lejos de desanimarlos, este contexto debería espolear a los emprendedores de América Latina para luchar por una alternativa que se erija como el camino con potencial transformador para millones de personas.
En su búsqueda por cambiar esta percepción, ellos, impulsados por el poderoso concepto de Valor Compartido propuesto por Porter, se deben esforzar tenazmente por maximizar su impacto positivo. No conformarse con aceptar la idea convencional, desafiar activamente la mentalidad reinante y demostrar que la responsabilidad social puede ser intrínseca a cualquier empresa, independientemente de su tamaño. Luchan contra la arraigada creencia de que solo las grandes corporaciones pueden adoptarla. Su objetivo no es solo inspirar, sino también establecer un nuevo paradigma empresarial, donde la sostenibilidad y el impacto social se consideran esenciales para garantizar la viabilidad en el largo plazo. En conclusión, el emprendimiento social emerge como una poderosa fuerza de cambio, llevando consigo la promesa de un futuro donde los negocios no solo busquen las ganancias, sino que también se comprometen a abordar desafíos sociales y ambientales de manera innovadora y sostenible al mismo tiempo que transforman la vida de millones de personas.