- Lunes, 24 de Mayo 2021
De cómo la solidaridad es un valor compartido entre los peruanos.
Países en la región sudamericana son particularmente conocidos por la solidaridad de su gente, así como su libre disposición a ofrecer apoyo y guía. Estos valores se ven más expuestos cuando enfrentamos un problema o una crisis nacional que nos cohesiona y nos une logrando un valor y armonía superior a la suma de sus partes. Al inicio de la pandemia, comenzamos a ver estas muestras de unión y lucha que conjugaron esfuerzos que se transformaban en una ola de aplausos cuando pasaban la fuerza policial o cuando pasaban trabajadores del sector salud.
Esta misma coordinación de esfuerzos se vio encaminada a diseñar programas de ayuda hacia las personas de menores recursos, quienes fueron especialmente afectadas. El problema residió en que no entendíamos qué tanto estaban siendo afectados o cómo estaba cambiando la vida de personas que vivían a base de un salario mínimo ganado a partir de un trabajo que no permitía trabajar a distancia o desde casa, como sí sucedió en muchos más casos de personas de un ingreso medio. En el marco de la pandemia en las economías de países latinoamericanos como el Perú, la Alianza Interreligiosa por la Agenda 2030 buscó reflexionar sobre el impacto y sobre la acción solidaria de las personas en estas comunidades que fueron abatidas por la COVID-19.
Y si bien hemos escuchado sobre la lucha por la desigualdad de géneros, esta brecha fue aun acrecentada en el Perú y en Latinoamérica, pues fueron las mujeres quienes sufrieron de una mayor tasa de desocupación en todos los rangos de edad, a comparación de los hombres. Entonces, no debe resultar una sorpresa que el informe de la comisión sobre trabajo, medios de vida de la gente y desarrollo integral haya encontrado que en el Perú se haya retrocedido en los pocos logros de los programas compensatorios en los últimos 30 años, mientras que el sueldo mínimo se ha mantenido en 930 soles en un país donde la canasta básica familiar asciende a 2500 soles, esto es, tan solo un 37%.
Sin embargo, el aspecto positivo de un país solidario y pujante como el nuestro es que ya contábamos desde antes de la pandemia con una economía popular, una que se basa en la solidaridad de sus miembros que compone una gran parte. A manera de ejemplo, el estudio señala que tenemos entre 3 a 3.5 millones de personas que son socios de experiencia cooperativas como comedores populares. De aquello, desprendemos una gran lección, pues estos programas fueron impulsados por sectores tanto de bajos recursos como por personas que pasaban por dificultades financieras, pero que no dudaron en solidarizarse con otro peruano que requería de más ayuda que ellos mismos.
Artículo publicado en Radio Programas del Perú
Es Doctor en Administración de Empresas de la prestigiosa Maastricht School of Management en los Países Bajos. Además, obtuvo el título de Doctor en Administración Estratégica de Empresas de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Asimismo, cuenta con un Master of Philosophy de la Maastricht School of Management de Países Bajos. A nivel de posgrado, ha completado un Magíster en Administración de Empresas en la Universidad del Pacífico en Perú, y es Licenciado en Economía por la misma universidad, lo que le brinda una perspectiva amplia y sólida en términos económicos y de gestión empresarial. Además, ha participado en programas de desarrollo ejecutivo de renombre, como el Executive Development Program de la Escuela de Negocios de Wharton en Estados Unidos y el Business Leadership Program de la Fundación Getulio Vargas en Brasil. Además, ha realizado estudios de especialización en el Banco Mundial, el PNUD y Wilson Learning, Asimismo, participó en el Colloquium on Participant Centered Learning (Programa CPCL) del Harvard Business School en Estados Unidos.