- Viernes, 01 de Enero 2021
Google recurre a una estrategia que no afecta directamente a sus usuarios pero implica barreras de entrada para sus posibles competidores.
Cuando pensamos en monopolios, se nos viene a la mente compañías con pocos esfuerzos e incentivos para innovar, alzas de precios indiscriminadas o restricción en la oferta de los productos o servicios que ofrece una empresa para incrementar el precio de los bienes y su utilidad a costa de la pérdida del bienestar por parte del consumidor. Casos como los de la American Tobacco Company o AT&T nos han hecho asociar estos conceptos con el de los monopolios. Sin embargo, la creación o existencia de monopolios per se no es un acto ilegal.
Según la normativa que los regula, un monopolio es ilegal cuando se obtiene de manera ilícita a través del abuso en la posición de dominio, en la concertación de precios o la obstrucción de la competencia. Y basta solo observar con atención los estantes de los supermercados o detenernos en los productos que ofrecen los kioscos para darnos cuenta que vivimos rodeados de empresas con una posición dominante en sus respectivos segmentos desde hace décadas. Los monopolios son solo perjudiciales cuando afectan a los consumidores y es en estos casos cuando los organismos reguladores intervienen para controlar sus prácticas.
Sin embargo, el perjuicio en los consumidores no siempre es tan evidente
Pues no tiene que transformarse en un perjuicio económico directo para afirmar que el consumidor está siendo afectado. Recientemente, el departamento de justicia de Estados Unidos presentó una denuncia contra Google por el uso de tácticas anti-competitivas destinadas a preservar su posición como líder en el negocio de los buscadores. Google es dueña del 90% de las búsquedas globales. Sin embargo, el monopolio de Google no nos afecta económicamente, pues no pagamos por los servicios de la empresa, por lo que probar el daño resulta siendo muy subjetivo. La denuncia contra Google se centra en su presunto comportamiento abusivo como monopolio al adquirir a su competencia para preservar su dominio.
Por ejemplo, el mayor competidor de Google en búsquedas era Youtube, el cual adquirió en el 2006. Su mayor competidor en publicidad era Doubleclick, que compró en 2007. Y en el presente, Google paga a Apple una importante suma por hacerlo el buscador predeterminado en sus productos, lo que constituye una fuerte barrera de entrada contra sus posibles competidores. En este caso, probar que Google afecta a los consumidores tendría que enfocarse en demostrar que hay una pérdida en la innovación de productos y que los pequeños negocios son afectados por el poder de Google. Ello tendría sentido, pues resulta difícil imaginar que un negocio pueda optar por publicitarse en Internet si no es a través del uso de servicios de Google Ads con las tarifas que ellos proponen.
Es Doctor en Administración de Empresas de la prestigiosa Maastricht School of Management en los Países Bajos. Además, obtuvo el título de Doctor en Administración Estratégica de Empresas de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Asimismo, cuenta con un Master of Philosophy de la Maastricht School of Management de Países Bajos. A nivel de posgrado, ha completado un Magíster en Administración de Empresas en la Universidad del Pacífico en Perú, y es Licenciado en Economía por la misma universidad, lo que le brinda una perspectiva amplia y sólida en términos económicos y de gestión empresarial. Además, ha participado en programas de desarrollo ejecutivo de renombre, como el Executive Development Program de la Escuela de Negocios de Wharton en Estados Unidos y el Business Leadership Program de la Fundación Getulio Vargas en Brasil. Además, ha realizado estudios de especialización en el Banco Mundial, el PNUD y Wilson Learning, Asimismo, participó en el Colloquium on Participant Centered Learning (Programa CPCL) del Harvard Business School en Estados Unidos.